Black Phone 2 patina sobre hielo resbaladizo: una secuela tan arriesgada como fallida

“Black Phone 2” intenta reinventar el terror con más gore y drama adolescente, pero termina perdiendo alma y emoción en su arriesgada secuela ¿Por qué? Te contamos más en nuestra crítica.

Scott Derrickson retoma la historia de esta secuela unos años después de los hechos acontecidos en Black Phone. ¿Tras un final aparentemente cerrado, qué podría justificar la vuelta de “El Captor”? Nada más y nada menos que un espectacular giro en su registro, cambiando ese drama infantil por una historia adolescente envuelta en un clima pesadillesco.

No es ningún secreto —pues ya se venía anunciando— que Black Phone 2 aplicaría el modelo de la saga Pesadilla en Elm Street de Wes Craven. Así, El Captor ocuparía el rol clásico de Freddy, como otro villano (con un turbio pasado de abusos) que traspasa los límites de la vida para cobrarse su venganza.

La película arriesga volviendo a un modelo de cine clásico que rompe con su predecesora, pero la gran pregunta es: ¿está a la altura?

Sintiéndolo mucho, la respuesta es un rotundo no.

Una propuesta valiente pero carente de alma

Black Phone 2 se arriesga en su propuesta, pero falla en su ejecución, acusando un guion pobre y vacío. Los diálogos son repetitivos y sin emoción, mientras que la historia adolescente se acerca más a videojuegos como Until Dawn que a clásicos como Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño.

El resultado: un tedio como pocos. Ni siquiera el impacto del gore —completamente pasado de vueltas— logra generarnos lo que consiguió su primera película: incomodar y emocionar al espectador.

Personajes destruidos

Los personajes de Finn y “El Captor”, principales razones del éxito de la primera parte, son echados a perder por un guion pésimo. Finn renuncia al viaje de madurez con el que cerró Black Phone para convertirse en un adolescente enfadado con la vida, reflejo de su padre alcohólico.

Por otro lado, El Captor se convierte en un “todo vale”, protagonizando un festival de muertes más cercano a la brutalidad de Mortal Kombat que a la sugestión de su antecesora. Ethan Hawke está totalmente desaprovechado, dando la sensación de que muchas escenas ni siquiera fueron rodadas por él.

Mason Thames, por su parte, pasa por el proyecto como quien marca una casilla por obligación.

Patinaje artístico sobre hielo resbaladizo

Aun con sus resbalones, la película innova y sale de su zona de confort. Rompe lo establecido para construir un nuevo drama centrado en los traumas del pasado.

Destacan los papeles de Madeleine McGraw, auténtica protagonista del filme, Miguel Cazarez Mora y Demian Bichir, quienes logran elevar la película por encima de la lógica establecida.

El gore es extremo y sin complejos, lo cual resulta satisfactorio, pero termina dominando sobre la base original del proyecto: el arte de sugerir y suscitar. Mientras Black Phone asustaba susurrando, su secuela lo hace gritando y dando volteretas.

Además, nunca llegamos a creernos esta nueva historia, lo que hace más dantesca esta espiral de caos y muertes gratuitas.

Técnicamente impecable, emocionalmente vacía

La fotografía brilla, especialmente en su parte onírica, donde sobresale ese grano tan característico de la imagen. Todo lo contrario ocurre con la banda sonora, que no alcanza ni de lejos las cotas de su predecesora.