Crítica "The Ritual". Al Pacino se estrena en los Exorcismos, sale mal.

Lo tenía todo para triunfar, pero esta nueva propuesta decepciona y aburre de manera unánime. Nunca la crítica y el público hermanaron sus discursos de tal manera dentro del género.
Una comunión sin igual para esta propuesta que roza el esperpento.

Un enfoque fallido y errático

La película se construye apoyándose en el exorcismo más documentado de la historia de Estados Unidos; algo que debería ser un aliciente a la hora de transmitir su realismo al espectador. Pues lejos de serlo, nos encontramos ante todo lo contrario.

Una narrativa tan pobre que recuerda a una obra de teatro interpretada por un reparto escolar. No aporta nada nuevo a una historia de exorcismos que se repite como tantas otras que hemos visto… Cabe destacar que ninguna de sus referencias era especialmente buena. Se aleja del terreno de lo paranormal, intentando dotar a la cinta de un enfoque documental que se ahoga en unas pésimas interpretaciones y un manejo de la tensión bochornoso.

Teniendo en cuenta que el 90% de las historias que hemos visto en el cine de exorcismos beben de esta historia, era lógico no encontrar nada nuevo en ella…
Pero lo que no esperábamos era un tono tan plano que transmite pura desgana y contagia el aburrimiento de un relato que debería haber sido todo un derroche de adrenalina.

Una dirección terrible y actuaciones muy flojas

David Midell, quien nos sorprendió en 2020 con “El asesinato de Kenneth Chamberlain”, gracias a un espectacular enfoque documental, aquí fracasa intentando repetir la misma fórmula.
Un uso de la cámara en mano torpe con ideas lamentables como narrar el clímax de un ritual como si de un terremoto se tratase, o mostrar a Pacino desde un único plano durante todos los rituales, que no son pocos…
Solo son el decorado de una puesta en escena que no se adapta a una historia que merecía bastante más.

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Pacino, por su parte, intenta rescatar lo que puede en esta competición de malas interpretaciones, donde tenemos un claro ganador: el bueno de Dan Stevens.
Este tiene un don inusual, el de tener la misma cara para la tensión, la épica religiosa y la depresión tras la pérdida; todo un logro, sin duda una consideración para los Razzie de este año.

¿Por qué continuamos sin ver un fenómeno similar al del Exorcista?

La respuesta parece evidente, pero los productores de medio Hollywood siguen a la espera de encontrar el Santo Grial.
Todo se remite a una cuestión muy sencilla: entender el producto que se tiene entre manos y dotar de libertad creativa al autor.

Resulta muy obvio que para este caso el formato de la gran pantalla no era la mejor opción.
Habría funcionado de un mejor modo a través de un formato en miniserie, dedicando un capítulo para cada ritual y aprovechando para desarrollar a sus personajes mediante flashbacks, en lugar de someternos a una historia lineal que inunda la sala de bostezos, sin esforzarse lo más mínimo por ahondar en la historia.

Es el caso más documentado de la historia, pero salimos de la sala sin conocer la historia y a los personajes.
Esperábamos un gran estreno indie para el género. Ahora solo os podemos decir:
¡Huid insensatos!