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Leer másCrítica Tiburón Blanco: La bestia del mar
Técnicamente brillante, pero no todo lo que reluce es oro…
Tiburón Blanco: La bestia del mar
Tiburón Blanco: La bestia del mar cierra este mágico verano del Terror. Una película ambiciosa y consciente de sí misma que podría haberse consolidado como la sorpresa del verano si no fuera por su perezoso guion y nula imaginación.
Tan cerca… Pero tan lejos…
La película arranca de manera dinámica y muy entretenida, en un comienzo que nos recuerda a series bélicas como The Pacific o Hermanos de Sangre. Este inicio sirve para construir a los personajes y adentrarnos en la atmósfera de la Segunda Guerra Mundial, la cual será un pilar durante el filme.

Esto rompe por completo cuando nuestros personajes son atacados mientras se dirigen al frente, quedando a la deriva en el mar de Timor. Allí serán cercados por un enorme escualo que, lejos de comportarse como un tiburón, se muestra más imprevisible y letal que cualquier otro que hayamos visto. Lo que podría ser todo un acierto termina convirtiéndose en uno de los mayores problemas de la película: quiere ser realista, pero termina convirtiéndose en una locura absoluta, sin pies ni cabeza.
La parte bélica es muy realista e inmersiva, una grata sorpresa, con unos estándares de calidad muy elevados. De hecho, en lugar de emplear cromas, aplica la técnica de Damien Chazelle en First Man, usando pantallas led bajo cierta difuminación para conseguir un mayor realismo en las interpretaciones y en el fondo de la escena, además de abaratar costes. Estas decisiones maduras y medidas para la puesta en escena implementadas por Kiah Roache-Turner (Sting. Araña asesina), contrastan enormemente con la fumada de un guion supuestamente “basado en hechos reales”, que se limita a volver estúpidos a unos personajes previamente bien construidos cada vez que se acercan al mar.
Tiburón Blanco: La bestia del mar (con Spoilers)
Estos hechos sucedieron, pero, desde luego, no como se describen. Los tiburones se ponían las botas durante los naufragios de la Segunda Guerra Mundial, hecho que comenta Quint en la propia Tiburón, pero era una cuestión de desgaste de los supervivientes, masificaciones de heridos y la propia locura influenciada por no tener escapatoria en un territorio tan hostil como la mar.
Cuidado, la película hace hincapié en este punto, pero las muertes llegan desde la estupidez de los protagonistas. Todas y cada una. Cada vez que se asoman al borde del trozo de chapa que los mantiene a flote, el tiburón se come un miembro de alguno de los personajes, o directamente al personaje. Esto, sin exagerar, compone la inmensa mayoría de las muertes durante la película.
Para mayor inri, deciden añadir la amenaza aérea hostil que, lejos de convertirse en lo que realmente era (el mayor temor de esa situación), se convierte en un combate cuerpo a cuerpo con un soldado japonés derribado.

Si esto no termina por convencerte, la película recurre a un flashback completamente gratuito a lo La vida de Pi para explicarte el trauma de nuestro protagonista con los tiburones, por si ya no fuera bastante el shock de un ataque aéreo, el pánico a kilómetros de la costa o el tener a estos pececitos nadando alrededor.
La película, con tantos aciertos, falla en su planteamiento. Construye de maravilla a sus personajes en 15 minutos y lo tira todo literalmente por la borda en favor del sobresalto fácil, del sí por el sí. Esta historia se prestaba a ser contada como un drama terrorífico y reflexivo, siguiendo el ejemplo de películas como Viven, añadiendo al aislamiento los ataques aéreos y los tiburones.
Su factura técnica es más que notable, pero es la pereza de su guion y su falta de originalidad la que la limitan a ser una película más del montón dentro del subgénero de los tiburones.
Lo Mejor…
Los apartados técnicos son una delicia y visualmente intimida.
Un inicio con una muy buena construcción de personajes.
La escena del naufragio.
Lo Peor…
Un guion perezoso centrado únicamente en el efectismo.
Su nula originalidad y ambición de ser.
La cantidad de fumadas que te sacan del realismo que prometía.
Te gustará si te gustó…
Tiburón Negro.
En las profundidades del Sena.
El subgénero de tiburones o el género bélico de serie B que se aleja del realismo.
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