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James Wan, el mago del Terror | Filmografía y Orígenes

En nuestro tercer episodio analizando a los autores más relevantes del terror moderno abordamos a James Wan, el Mago del Terror. Un ocultista que brilla en el caos mundano deleitándonos con trucos nunca vistos y dominando otros que fueron sello en el género desde sus inicios.

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Alejándonos del terror simbólico y sugestivo de Robert Eggers y Ari Aster; James Wan encuentra la fuerza de su cine en el efectismo, su sorpresa y su impacto, como un Mago revelándonos aquello que esconde en el interior de la chistera. Este estilo ampliamente perfeccionado le ha bastado para consagrarse como el rostro más importante del terror moderno, sentando cátedra como autor y recogiendo los frutos de la industria como productor.

La forma del Blockbuster de terror moderno bebe directamente de su cine y ha inundado la cartelera con sus propuestas. No es para menos, después de haber creado tres de las sagas de horror más importantes en la actualidad: Saw, Insidious y Expediente Warren.

Sus giros argumentales, sus oscuras ambientaciones y el nivel de calidad de sus Jump Scare, haciendo un uso exquisito del sonido y la fotografía, son sus principales aliados a la hora de construir relatos. Aunque esta solo es una pequeña parte de la esencia que desprende este creador. 

James Wan el mago del Terror

Orígenes de James Wan

James Wan nace en 1977 en Kuching (Malasia) aunque a la temprana edad de 7 años se mudaría a Perth (Australia). Ya entrando en la vida adulta viajaría hasta Melbourne para estudiar en la Universidad RMIT, graduándose con una Licenciatura en Medios de Comunicación.

En sus años posteriores, junto a su amigo y principal pilar Leigh Whanell, comenzó a fantasear con el cine y escribir guiones inspirados en sus propios sueños y miedos. De esta unión surgiría un pequeño guion que terminaría transformándose en la película Saw. Para lograr financiación y apoyo de los estudios decidieron rodar un extracto de su libreto a modo de cortometraje. Whanell, quien en la película interpretaría a Adam, aquí ocuparía el rol de Amanda, siendo una víctima en la famosa trampa de osos invertida.

Origen de James Wan

Su hábil montaje y una prometedora historia en las manos del joven Wan sirvieron para atraer a la productora Lionsgate, la cual, después de aportar la ínfima cantidad de 1,2 millones, lograría el mayor éxito de la compañía y daría lugar a su saga más longeva.

Así el cineasta se consagraría dentro de la industria, del mismo modo que ejemplificaría a la perfección el prestigio dentro de su magia. Un uso del montaje envidiable que sometería a propios y extraños a una ilusión pocas veces vista en el séptimo arte. Sabiendo entender en cada momento las necesidades de sus proyectos y las demandas de sus espectadores.

Saga Saw (2004-Presente)

En su primera cinta, James Wan elevaría al cubo lo visto en su cortometraje para traernos el inicio de una de las sagas más importantes del terror moderno. En Saw conocemos de primera mano a las víctimas de un asesino serial muy peculiar: una entidad omnipotente que juzga sus pecados y exige sangre por los mismos.

Aunque, contrario a lo que podríamos pensar, no es él quien dicta sentencia sino quien dispone los preparativos y ajusta la soga… esperando que sus víctimas decidan luchar por su vida sacrificando su cuerpo o liberar al mundo de su carga.

Saw de James Wan

De este modo, el director de origen malayo construye a un villano único. Uno de manos pulcras que resplandece como un ente liberador en el terreno de la barbarie. Para construir a un personaje de estas características solo existe un método: convertirlo en un símbolo capaz de trasladar el mensaje de algo superior; en este caso no hablaríamos de Dios sino de la Moral. El líder de un movimiento sin fin, el primer motor inmóvil de Aristóteles.

Cimentando sobre este primer desencadenante, aplica su efectismo para nublar nuestra visión durante 100 minutos de metraje gracias a su montaje dinámico, lleno de cortes en la imagen. Esto no es solo una elección presupuestaria —que también— sino una manera de fragmentar la historia a modo de puzle.

Su intención es darnos todas las piezas para construir la obra, pero falseándolas. Quiere que sigamos el hilo de la historia sin renegar de su sorpresa final. Es en esa espesa niebla donde encontramos el terror que aplica James Wan en Saw, llegando a impulsar su continuidad hasta la increíble cifra de nueve secuelas.

El horror de esta saga se encuentra en la pregunta constante que sugiere al espectador: ¿Qué haríamos en el lugar de la víctima afrontando un juicio extremo del que no tenemos escapatoria? Su principal acierto es enfrentarnos a un ser que roza lo divino, adelantándose a cada paso que demos.

James Wan en el rodaje de Saw

¿Conocéis algo más terrorífico que el juicio divino?
A lo que James Wan respondió:
Sí, el Juicio de la Moral.

Dead Silence (2007)

Desmarcándose del fenómeno Saw, James Wan y Leigh Whannell se aventurarían hacia un proyecto mucho más importante para sus carreras de lo que se reconocería en un principio. Sin renegar de su esencia, surgiría esta —ahora ya reconocida como obra de culto— Dead Silence. Un híbrido de géneros que revelaría gran parte de su modus operandi.

Nacida en un sendero cubierto de hojarasca seca, entre la maquinación perversa de Saw y el acervo del mal de Insidious, nacería Dead Silence. Alejándose de su violencia más explícita, tomaría inspiración del cine ochentero combinándolo con un lore nacido de populares leyendas urbanas relacionadas con muñecos.

Dead Silence de James Wan

Entre el thriller y el terror sobrenatural, surgiría esta extraña propuesta. Una pieza que nos permite examinar algunos detalles de su cine que permanecerían mucho tiempo después.

Sus tonos pálidos y apenumbrados son el lienzo de este cuadro profundamente expresionista. Concebida como una liberación demoníaca que intenta encontrar su nexo con la realidad, Dead Silence hereda el concepto de antagonista visto en Saw y, en lugar de atarlo al mundo de los vivos, opta por liberarlo y dar rienda suelta al terreno de lo paranormal.

Este conflicto, que tanto aterrorizó a la cultura popular de los siglos XVIII y XIX —elaborando toda clase de teorías y joyas de la literatura, véase Frankenstein o las leyendas de las Banshees— será el foco principal sobre el que girará este filme. Mismo que emplearía, con un mayor éxito comercial, en su siguiente saga: Insidious.

Leyendas Urbanas sobre muñecos en Dead Silence

El fascinante uso del silencio genera una incomodidad constante. Hecho que, combinado con su historia tenebrosa, sirve para adentrarnos en el interior de un oscuro túnel en busca de las respuestas que tanto ansiamos.

Aunque para muchos es considerada incluso un fracaso en su propuesta, James Wan consiguió con esta cinta sentar las bases de su futuro cine. Planteando el terror como un término a perseguir por el espectador. Una investigación hacia el terreno de lo paranormal que expandiría en sus dos próximas sagas.

Saga Insidious (2010-Presente)

Tiempo después, de nuevo en colaboración con Leigh Whanell, se pondría a los mandos de otra de las sagas de terror más importantes de nuestro presente. Juntos crearían una perfecta mezcla entre el subgénero de las casas encantadas y el de las posesiones.

Tomaría grandes referencias de ese cine ochentero, entre ellas Poltergeist y Posesión infernal, combinándolas con el nuevo J-Horror de cintas como La maldición (The Grudge) o El Grito.

Debajo de esa capa, Wan consigue fusionar la puesta en escena de Steven Spielberg, la locura de Sam Raimi y el simbolismo de Takashi Shimizu; otorgándonos una nueva visión del mal de carácter insidioso.

Insidious de James Wan

Esta historia nos cuenta de primera mano las calamidades que comienza a sufrir una familia tras su mudanza. Lo que en un principio aparenta ser la típica historia de casas embrujadas, se torna mucho más oscura al plantear un acechamiento sin tregua por parte de diferentes entidades demoníacas.

Su objetivo se encuentra a la hora de crear un área, dentro de la película, en la que el espectador se sienta completamente indefenso. El dúo Whanell/Wan crea un concepto del más allá cercano al purgatorio, en el que las diferentes almas se olvidan y se consumen, a la vez que hacen crecer sus poderes sobrenaturales y su locura.

Para mayor inri, estos seres buscarán la oportunidad de escapar por medio de aquellos vivos que se adentren más allá… de la puerta que guarda la frontera entre nuestros dos mundos.

Una idea nada novedosa para la creación de historias, pero que en buenas manos se convierte en una propuesta fresca capaz de cautivar a toda una generación.

El mayúsculo uso de su narrativa espectral y los Jump Scare más originales de toda su carrera convierten a la saga Insidious en el terror mainstream más diferencial de la época contemporánea. Regalándonos momentos de auténtica tensión, como la violenta aparición del demonio de pelo largo, las tenebrosas sonrisas de Doll Girl o las risas del Niño Bailarín.

Insidious Terror Paranormal y Ciencia

Aunque los dos entes siniestros que, sin duda, nos hicieron saltar de las butacas fueron el demonio de la cara roja y la novia de negro (Parker Crane).

Pese a su reducido presupuesto, la saga aprovecha al máximo sus recursos. Lo consigue por medio de una historia turbia que nunca nos permite un respiro, gracias a su espectacular lore y a un contexto extremadamente ambiguo.

Y es que… si en el mundo de los vivos no estamos seguros… ¿Qué nos esperará cuando crucemos la puerta roja hacia el más allá?

A los que dudan de este terror solo les diré que, basado en un estudio de la compañía británica Broadbandchoices, Insidious es rankeada como la tercera película más aterradora de la historia, solo por detrás de Sinister (la cual analizaremos en un futuro, cuando abarquemos al director Scott Derrickson).

Obteniendo una frecuencia cardíaca promedio de 85 y un pico de 133 pulsaciones por minuto (el más alto en este estudio). Ver Insidious por primera vez equivale a evitar un accidente de tráfico por pocos centímetros o realizar actividades como el salto base.

¡La cumbre del efectismo! Wan nos deleita con una decapitación extrema del Terror más asfixiante, y como no… lo hace por medio del bisturí. Analizando y extrayendo el horror puro para mutar su obra.

Sigue el camino de las ciencias oscuras para dotar de realidad a su acrobacia y revelarnos un final en el que esa cabeza, cesto boca arriba, sonríe de oreja a oreja y entre aplausos pregunta por su chistera.

Saga Expediente Warren (2013-Presente)

Llegamos a la que, para muchos, es su obra cumbre. Una nueva franquicia que adapta los hechos reales, centrados en el terreno de lo paranormal, del matrimonio compuesto por Ed y Lorraine Warren.

Expediente Warren de James Wan

A diferencia de sus anteriores propuestas, en esta nueva historia James Wan se pone al servicio del relato para contarlo de la mejor manera posible. Consigue aportarle un enfoque cercano al documental que supo robarse al público del género.

Desde su primera escena a modo de entrevista, la cual serviría para dar lugar al spin-off Annabelle, transmite esa clara idea de traernos a la realidad ese terreno sobrenatural tan cuestionado por la ciencia.

Esta manera de construir el relato fue clave en su éxito y, sumada a la calidad de James Wan en su dirección y al apoyo de la mastodóntica Warner Bros, consiguió invadir y reventar la cartelera con nada más y nada menos que nueve películas en un lapso de diez años.

Nos adentramos en un concepto ya visto, pero ejecutado de una manera novedosa. El fenómeno de las casas encantadas continúa siendo epicentro, añadiendo objetos distintivos como recipientes del mal. Las posesiones siguen presentes por medio de un lore espectacular que se retroalimenta de ese contenido “Basado en Hechos Reales”, generando un incremento de nuestras pulsaciones a medida que nos adentramos en esa oscura atmósfera.

James Wan en el rodaje de The Conjuring

La mayor diferencia en la ejecución y dirección, camino de ese terror, es obtenida por medio de la notoria puesta en escena de este maestro. Wan sustituye esa imagen descentrada tan presente en sus primeros proyectos, con cambios de plano constantes, por una opción mucho más narrativa centrada en los planos secuencia.

La cámara muestra sin temor secuencias larguísimas cargadas de tensión que, lejos de intentar camuflar sus defectos, muestran el auténtico terror de una manera completa y mucho más cuidada.

Esta idea de nueva construcción del terror podría resumirse en:

  • La calma de lo ordinario. Un momento donde podemos respirar y acompañar a los personajes, lo cual permite avanzar la trama y desarrollar sus elementos, en lugar de convertir la pantalla en un receptáculo de sustos.

  • La llamada. Llegada de un elemento, aparentemente ajeno o imperceptible, a escena. Activa nuestras alarmas y nos posiciona para recibir la situación de terror.

  • La caída. Ese elemento se intensifica hasta que finalmente desciende, tratando de volver a ese escenario de lo ordinario… pero algo permanece, volviendo imposible encontrar esa calma.

  • El truco. Por un medio sorpresivo descubrimos aquello que estaba detrás de esa situación de tensión. Nos impacta y nos adentra en ese clima cambiante que hace crecer nuestro miedo.

  • El pantano sobre el paisaje. Cuando queremos darnos cuenta, estamos con el barro por las rodillas, hundiéndonos lentamente. El pánico aumenta, lo ordinario desaparece… y, de esta forma, ya nos encontramos enterrados en el terreno de lo paranormal.

The Conjuring de James Wan

Con esta nueva cimentación del género, Wan consigue tornar real lo sobrenatural.

Los Jump Scare siguen presentes, algunos de nivel superlativo como el susto tras la famosa cerilla que sostiene Carolyn, pero es su capacidad para adaptar lo paranormal lo que la hace elevarse por encima de muchas otras propuestas dentro del género.

Su secuela ahondaría más todavía en este concepto, renunciando prácticamente en su totalidad a los sustos, optando por construir una historia veraz centrada en un elemento nostálgico, por encima del concepto malévolo tan arraigado en el director.

Aun así, gracias a este procedimiento constructivo, en su proceso de investigación consigue transmitir ese terror por medio de una narrativa excelsa.

Otro ejemplo más de cómo James Wan es capaz de adaptarse a cualquier medio para crear la mejor película a su alcance. Sembrando el camino en la creación de una de las sagas más influyentes del terror moderno.

Maligno (2021)

Su última película es toda una declaración de intenciones. Concebida como un abrazo libre y sincero a la Serie B más pura, Wan se entrega al género en un viaje suicida, sin otra pretensión más que acariciar lo extraño y adorar lo perverso.

Maligno encuentra su horror en la entrega total al mal puro. Nace de un ser cuyo único objetivo es destruir a aquellos que amenazan su condición.

Si es vista como una película que va del punto A al punto B, no encontraremos gran cosa. Nos dejará satisfechos su violencia explícita y su turbio contenido sin ningún tipo de censura.

Ahora bien, si vemos más allá de su simpleza… la película carga con una sátira brutal al cine de blockbuster moderno y al terror generacional. Al borde de la parodia, nos deleita con escenas que podrían estar tanto sacadas de John Wick como de la serie The Kingdom de Lars Von Trier. Una oda a la libertad.

Maligno de James Wan

En su terror encontramos varias lecturas:

  • El parásito social y físico, que se alimenta de nuestras desgracias. Visto como una entidad casi divina y con una fuerza sobrenatural, capaz de destruirnos por dentro a la vez que acabar con los nuestros.

  • Las enfermedades mentales y los trastornos de personalidad que pueden llegar a hundir la vida, aparentemente normal, del individuo.

  • La concepción del odio, generado a través de la violencia de género (una lectura que también exploraría su amigo Whannell en El Hombre Invisible).

Maligno es una liberación de los códigos del terror establecido. Un ejercicio espectacular por parte de su autor, renunciando a aquello que en su día elevó su carrera a lo más alto del cine hollywoodense.

Sin ningún tipo de duda, aquellos que seguimos con detenimiento la carrera del cineasta, no esperábamos semejante genialidad.

No encontraremos su mejor versión del terror, pero puede que estemos ante el mejor truco de este genio. Uno tan bueno que resulta imperceptible para muchos.

Maligno Making of

James Wan se convirtió en Productor

Otra de las labores principales a lo largo de su carrera ha sido la producción, tanto detrás de sus proyectos como de otros creados por cineastas emergentes.

Dentro de la saga Saw, sus labores de producción siguieron presentes hasta su octava entrega, asesorando al sucesor más digno, Darren Lynn Bousman, en sus mejores secuelas; y a otros como David Hackl y Kevin Greutert, quienes ya formaron parte directa de la saga encargándose de apartados técnicos.

Por otro lado, estuvo detrás de la tercera y cuarta parte de Insidious, destacando su apoyo incondicional al debut en la dirección de Leigh Whannell.

También permaneció vinculado a la saga de Expediente Warren, impulsando los spin-offs de Annabelle, La Monja y La Llorona respectivamente, además de asesorar en el guion de la tercera parte de la saga a Michael Chaves y apoyarle en la producción de una futura cuarta entrega.

James Wan como Productor

Un amante del cine entregado al género de horror que, no contento con impulsar productos surgidos de su más pura creación, también ha aportado sus conocimientos y medios a una camada de nuevos directores al cargo de proyectos propios.

Entre otros encontramos Demonic (2015), una cinta de metraje encontrado que se funde con el thriller en su búsqueda de lo paranormal; Nunca apagues la luz, el exitoso debut en el largometraje de David F. Sandberg (quien también dirigiría la secuela de Annabelle); el éxito mainstream de la muñeca diabólica M3GAN; la potentísima serie de sucesos de SkyShowtime Teacup; The Monkey, la última adaptación de otro de nuestros genios malévolos, Osgood Perkins.

Además, se encuentra enfrascado actualmente en la producción de SOULM8TE, otra nueva cinta sobre robots ideales tornándose asesinos, y Last Train to New York, el nuevo remake americano de la obra maestra surcoreana Train to Busan.

Epílogo

En los últimos 20 años, si un nombre ha copado el género del terror de manera recurrente, este ha sido James Wan.

Su constancia le convierte en un claro referente dentro de la nueva generación de cineastas, y su capacidad de transmisión, llegando al público, le ha servido para crear tres de las sagas de terror más exitosas y longevas de los últimos años.

Todo un hito aún sin encontrar réplica, pues desde 2004 no ha pasado un solo año en el que no hayamos reconocido el nombre de James Wan en la gran pantalla.

Una entrega absoluta al arte de lo perverso edifica su estilo dentro del género. Su manejo del suspense, manteniendo tramas en vilo hasta los últimos instantes del metraje; el espectacular uso adaptativo de la cámara, emulando la forma del ojo de una serpiente que visualiza a una víctima; la creación de universos tenebrosos y sus seductores cebos capaces de hacernos morder su anzuelo, convierten a este cineasta en uno de los mejores dentro del género del terror.

Sin ninguna duda, el más exitoso.

James Wan y Leigh Whannel

A diferencia del dicho, James Wan nos tiene preparadas una multitud de trampas… pero estas no se esconden bajo el cartón. Son originales, bárbaras y extremas; fruto de su oscura alma, con raíces en la cultura asiática y ramificaciones de la occidental.

Este Mago no ha peleado con otros por el Reino de las Sombras… Ha creado con su magia uno propio.

Por eso mismo no es uno más del rebaño… James Wan ha creado un rebaño de Dollys para continuar su obra; otros, sin más, se han sumado al carro, copiando elementos de su estilo… pero una varita solo responde a su amo, y esto catapulta, más si cabe, a este genio del terror.

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carlos e garcia loygorri

Autor

Carlos E. García-Loygorri

Cinéfilo y Lector asiduo. Escritor en proceso, con una gran devoción por el terror y la Fantasía. 
 

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